Cultura contemporánea y ruralidad

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Demasiada agua, dice José, el jardinero de Gabarderal. En mi segunda visita al pueblo, buscando objetos que pudieran servir como intermediarios comunicacionales entre mi práctica escultórica y la aproximación cultural de Gabarderal, me fijé en un lobo, un caracol, un búho y un águila, cuatro animales esculpidos por Ángel Illescas, en troncos de pino que habían sido previamente cortados. Jose Mari comentó que las esculturas estaban desapareciendo por culpa de la termita, un gran problema en el pueblo, pero hablando con José y con Ángel entendimos realmente lo que pasaba detrás del deterioro de los cuatro seres. Años atrás los pinos de Gabarderal habían empezado a caer, y José, previniendo el riesgo que esto supone, tala periódicamente los árboles que considera potencialmente peligrosos a la caída. ¿La razón? El pinar se riega con la misma agua superficial, de aspersor, con la que se riegan el resto de flores del jardín. Algo que hace que los pinos crezcan rápidamente y asienten sus raíces sobre la superficie, impidiendo que estas alcancen el nivel freático que asegura la sujeción de los mismos al terreno. O al menos, eso cuenta José. De tanto regarlos, se caen. Las esculturas de Ángel, que nacieron para dar otra vida a los troncos que iban a caer, no sólo tienen termita, sino que están llenas de agua. Se están pudriendo por dentro. De tanto regarlas, se mueren. Encuentro en los cuatro animales del jardín de Gabarderal, un ejemplo claro, actual, de la compleja relación del pueblo entre el agua, la vida, y la muerte a lo largo de su historia y su ser ahora.