Cultura contemporánea y ruralidad

Un mapeo colectivo

El pasado 26 de julio nos reunimos un total de 12 personas en el Museo “Las Eretas”, en Berbinzana. Esta vez fue un encuentro diferente, pensado para activar las mentes de los vecinos y vecinas desde una actitud de trabajo en equipo y colaboración. 

¿El objetivo? Reflexionar de manera grupal sobre el territorio social, subjetivo y geográfico; Intercambiar saberes y experiencias; Visibilizar problemáticas ocultas;  Y sobre todo definir la temática sobre la cual trabajaremos en nuestros próximos encuentros y que será el centro del proyecto artístico. 

Antes de dar comienzo al trabajo, conocimos la obra de dos artistas plásticas que construyen mapas visuales. Estas son Teresa Sabaté, artista Navarra y la Vietnamita Tiffany Chung. Nuestra intención no era la misma que la de estas artistas, pero es importante que nos abramos a la idea de que un mapa puede delinear desde una mirada crítica y artística al mismo tiempo. 

La dinámica consistió en trabajar sobre el mapa del pueblo, lo que podríamos definir como un “mapeo colectivo”. Este ejercicio está basado en el trabajo del colectivo argentino “Iconoclasistas”, expertos en organizar y dinamizar encuentros comunitarios que buscan analizar y reflexionar acerca de las diferentes realidades que conforman un territorio. 

Las personas participantes trabajaron con gran variedad de iconos que les ayudaron a reconocer los lugares exactos donde se viven diferentes problemáticas, las cuales habíamos considerado ya en nuestros encuentros anteriores. 

También respondieron a preguntas centradas en cuatro espacios limitados: La escuela, el museo, el río y la comunidad. 

Gracias a estas preguntas detonantes pudimos profundizar en los diferentes temas,  generando debate y conversación. Algunas de ellas fueron:

“¿Cuándo haces uso de este espacio?”

“¿Qué cosas han cambiado?”

“¿Cómo podría ser más exitoso este lugar?”

Un espacio resonaba más que los demás… El río. Al finalizar la jornada ponemos en común la información recogida. Parece que existe un sentimiento común: “No queremos vivir de espaldas al río” dice Chari, vecina y guía del museo . Desde que en Berbinzana se construyeron las piscinas en los años 90, gran parte de sus habitantes han abandonado el río como lugar de encuentro, recreo y desconexión. Tampoco se trata de un lugar abandonado, se mantienen tradiciones como la famosa “bajada del Arga”, el domingo previo a las fiestas y se practican actividades como la pesca y deportes acuáticos como la piragua. 

Pero… ¿Qué importancia tiene el río en Berbinzana? ¿Por qué se ha reducido a tan solo un lugar de ocio? ¿Cómo ha definido el paisaje hasta como lo conocemos ahora?