Cultura contemporánea y ruralidad

La Conservateca

¿Cómo trabajar el vínculo con el territorio y hacerlo a nivel de todo un valle?  La idea de La Conservateca nace de fusionar las conservas con las bibliotecas. Etimológicamente, una biblioteca no es más que un lugar, una estantería o estante (-teka) donde se guardan libros. Hoy existe un concepto mucho más amplio de lo que es y del funcionamiento de una biblioteca. 

En esta expansión de la idea, han surgido muchas iniciativas a lo largo de los últimos años. Una de ellas son las bibliotecas libres: espacios en los que se pueden dejar y recoger libros. Las hay de muchos tipos y de muy diversa gestión. 

Otra de estas iniciativas es el “bookcrossing”, una idea que surgió en Estados Unidos en 2001. El objetivo fundamental era compartir libros que ya se habían leído previamente. Para ello se creó una página web en la que hacer un seguimiento a cada ejemplar, de tal manera que se pudiera observar su rastro e interconectar a sus lectores. 

Desde entonces, se han abierto “zonas  bookcrossing” en múltiples ciudades a lo largo del globo. Algunas son bookcrossing (se pueden “trackear a través de la página web, previo registro de los usuarios) y otras no. Simplemente son libros dejados a su libre destino en algún punto de la ciudad, con la esperanza de que alguien los rescate y les de vida. 

De juntar estos conceptos nace La Conservateca, un espacio en el que intercambiar conservas y su conocimiento implícito, así como trabajar la confianza y establecer una dinámica de revitalización de la cultura de las conservas en el Valle de Urraúl Alto. 

La Conservateca es un proceso abierto en el que se fusiona la cultura de las conservas y el conocimiento del embotado en general con el mapeo de zonas de frutales en desuso y variedades de frutos recogidas de antiguo, para su “ofrenda” a nivel de valle a través de unos espacios especialmente realizados para ello. 

El núcleo principal del proceso quiere trabajar la ofrenda y el don a la comunidad, como parte de la estrategia principal. Es decir, se trata de abrir espacios similares a los puestos de la honestidad (honesty stalls) para crear una dinámica interna que pueda funcionar a nivel individual (cada cual participa donando una conserva de casa) como a nivel grupal: talleres de embotado y de cocina de los que salen “donaciones” para la Conservateca, alimentando y dando vida a esos espacios.

Por el momento hemos realizado un taller de mermelada de ciruelos silvestres y también de antotipos con piel de ciruela. Estamos preparando los siguientes y buscando dónde ubicar nuestras conservatecas para poner en pleno funcionamento el proyecto. 

Seguiremos narrando.